Radio: La Colectiva
Nacho revuelve sus cartas y el papeleo que le preparó la producción. Todo es un desastre. Putea porque no entiende cómo no le filtraron los incómodos mensajes de sus oyentes. No se banca a nadie. Chequea que el teléfono de Gabo, su columnista, esté bien. No quiere sorpresas al aire, menos un miércoles a la noche. Levanta la vista y mira del otro lado del vidrio: Magui, contagiada de la indiferencia grupal, toma mate y no muestra interés por el guión. Son las diez menos cinco y no hay clima. Se escucha el timbre como en la previa de cada programa: “¡el invitado!”, piensa Nacho. El productor le propone indicaciones de último momento, que no acepta. Se trenzan en un griterío. El productor insiste. Nacho explota y grita que no, que basta: “¡Bancatelá!”. Read more
Nacho revuelve sus cartas y el papeleo que le preparó la producción. Todo es un desastre. Putea porque no entiende cómo no le filtraron los incómodos mensajes de sus oyentes. No se banca a nadie. Chequea que el teléfono de Gabo, su columnista, esté bien. No quiere sorpresas al aire, menos un miércoles a la noche. Levanta la vista y mira del otro lado del vidrio: Magui, contagiada de la indiferencia grupal, toma mate y no muestra interés por el guión. Son las diez menos cinco y no hay clima. Se escucha el timbre como en la previa de cada programa: “¡el invitado!”, piensa Nacho. El productor le propone indicaciones de último momento, que no acepta. Se trenzan en un griterío. El productor insiste. Nacho explota y grita que no, que basta: “¡Bancatelá!”.
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