Editorial de #RíosDeTinta: El alivio o libido.
El alivio o libido.
La pregunta política del momento es dónde quedó el deseo.
Ya no el 2019.
Ya no lo que pase con el peronismo…
Ni, mucho menos, el sindicalismo.
Ya no lo que haga tal o cual dirigente.
Aunque se sepa que todo eso talla, inevitablemente.
Lo que importa…
Lo que incide con más fuerza…
Lo que puede cambiar la historia…
Es el anhelo.
Y parece que la sociedad argentina todavía anda flaca de pulsiones.
Se indigna, claro.
Padece el ajuste.
Se angustia porque se le acorta el salario y se le extiende el mes…
Pero no agarra la pelota.
No la pide…
No caza la lanza.
No se pone nada al hombro.
Un posteíto de Facebook, tal vez, o una fotito en instagram y un chiste ingenioso en Twitter.
No más.
¿Para qué?
A lo sumo, una marcha de algo, con velas o carteles.
Anda corta de héroes la Argentina, últimamente.
Y no es culpa de nadie, ojo.
Que es como decir que es, en realidad, culpa de todos.
Porque lo que ganó en 2015 no fue la mentira.
(Anoten de una vez: la verdad no existe).
Lo que ganó en 2015 y se ratificó el año pasado fue el alivio.
El alivio contra una intensidad política que exigía más.
Más compromiso.
Más trabajo militante.
Más deconstrucción del individualismo.
Más amor por el otro.
Más reflexión sobre sujetos políticos.
Y eso, a la larga, agota.
Pudre.
Hincha las bolas.
La gente se cansó de las discusiones políticas.
La gente prefiere una política delegativa…
Una política a la que pueda putear tranquila mientras mira Netflix.
Una política a la que pueda putear tranquila mientras se prepara para ver el Mundial en familia.
Una política a la que pueda putear tranquila mientras stalkea stories de Instagram de los compañeros de su oficina o whatsappea con el el grupito de papis de la escuela de sus hijos.
La gente quiere ser gente, no pueblo.
Le gusta diluirse en la amorfa multitud intrascendente…
Entre el cansancio y la renuncia.
Entre la sustitución del odio ante la injusticia y la adquisición de la aceptación, en cuotas…
Con la derrota del kirchnerismo, la mayoría de los argentinos creyó que compraba alivio de una vez y para siempre… como quien compra una casa o tiene un hijo.
Pero con el alivio, a la larga, pocos pagan las expensas o se van de vacaciones.
Con alivio no cambian el auto.
Con alivio comen menos asado.
Con alivio terminan de monotributistas.
Con alivio se va todo a la mierda.
Y la rueda vuelve a girar…
Y lo que retorna es, antes que una fuerza política que ya estuvo, la libido.
Lo que había sido suspendido bajo el alud de consumo de sí inoculado por los vendedores de humo susurra siempre, como un fantasma que hace crujir muebles de noche…
Y enseña, sin reuitear nada ni enroscarse en plenarios que analizan quién sería el mejor candidate, que las noticias son Ríos de Tinta en los diarios pero Tigres de Papel en la calle.