El analista Julián Schvindlerman medita sobre la fascinación del progresismo occidental con los peores tiranos de la historia. Citando al columnista del New York Times Bret Stephens, trae a colación casos sorprendentes de este extraño amorío que abarcó a Mugabe, Castro, Arafat y otros monstruos morales modernos.
Después del golpe de estado que derrocara al todopoderoso Robert Mugabe, Zimbabue encaró unas elecciones que se vislumbraban como un cambio de época. Ganó el ZANU, el partido fundado por Mugabe, pero la oposición cuestionó los resultados y las manifestaciones terminaron con seis muertos. Análisis de Ignacio Hutin (@iehutin) en La Patria de las Moscas.