La historia de un hombre, un gaucho sencillo pero atrevido. Un retobado que no agachó la cabeza ante el patrón y se le animó al camino a su modo. Un mal elemento para la sociedad decían, aunque entre el pobrerío su nombre era venerado, lo veían como a un salvador que sabía de sacarle a los platudos para apaciguar el hambre de los sencillos.
Había nacido en un pueblito hacia el sur de Santa Fe. 1894. Cuando la patria todavía andaba domando territorios a fusil y muerte, cuando la oligarquía se hacía de campos y de cuerpos para acumular poder y nombre.
Como tantos, su sangre venía de la Europa con hambre. Hijo de inmigrantes italianos. Infancia dura y pobre. Crecido en Castex Provincia de La Pampa, supo de sentirse huérfano de madre demasiado pronto, y de cargarse la tarea de conseguir una moneda demasiado chico. Y eligió el camino donde no manda la ley, ni el comisario, ni el que acomoda el juego a su gusto.
Y nuestro gaucho se hizo bandido, empujado por un policía maldito que lo quiso someter a fuerza de espuela y machete en una pulpería por Castex según cuenta la leyenda. Pero el gaucho se escapó y prometió rebeldía y vendetta. Y así fue que comenzó la leyenda. Cuatrereando ganado ajeno, asaltando algún camino y hábil jinete para sortear arrestos y castigos, se fue haciendo su fama, para unos bandido, para otros un amigo.
Su nombre: Juan Bautista Bairoletto. El legendario, el último bandido rural que nos cuenta en sus historias nuestra Pampa.
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La historia de un hombre, un gaucho sencillo pero atrevido. Un retobado que no agachó la cabeza ante el patrón y se le animó al camino a su modo. Un mal elemento para la sociedad decían, aunque entre el pobrerío su nombre era venerado, lo veían como a un salvador que sabía de sacarle a los platudos para apaciguar el hambre de los sencillos.
Había nacido en un pueblito hacia el sur de Santa Fe. 1894. Cuando la patria todavía andaba domando territorios a fusil y muerte, cuando la oligarquía se hacía de campos y de cuerpos para acumular poder y nombre.
Como tantos, su sangre venía de la Europa con hambre. Hijo de inmigrantes italianos. Infancia dura y pobre. Crecido en Castex Provincia de La Pampa, supo de sentirse huérfano de madre demasiado pronto, y de cargarse la tarea de conseguir una moneda demasiado chico. Y eligió el camino donde no manda la ley, ni el comisario, ni el que acomoda el juego a su gusto.
Y nuestro gaucho se hizo bandido, empujado por un policía maldito que lo quiso someter a fuerza de espuela y machete en una pulpería por Castex según cuenta la leyenda. Pero el gaucho se escapó y prometió rebeldía y vendetta. Y así fue que comenzó la leyenda. Cuatrereando ganado ajeno, asaltando algún camino y hábil jinete para sortear arrestos y castigos, se fue haciendo su fama, para unos bandido, para otros un amigo.
Su nombre: Juan Bautista Bairoletto. El legendario, el último bandido rural que nos cuenta en sus historias nuestra Pampa.
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